El COVID-19 evidenció algo que venía sucediendo tiempo atrás pero que no prestábamos la debida atención: cambios en nuestros patrones de consumo, agotamiento de recursos, nuevas generaciones de consumidores, mayores regulaciones que afectan la gestión de las empresas, políticas populistas, inestabilidad en los precios de la energía, fluctuaciones cambiarías entre otros. Esta serie de acontecimientos han puesto de moda los mapas de riesgo a nivel global, pero ¿cómo entendemos eso al interior de nuestros negocios? Algunas empresas manejan diversos mapas de riesgo como exigencia de los sistemas de gestión, pero los equipos de trabajo no tienen una visión holística del asunto porque precisamente esa es la finalidad, la razón de ser de la dirección/gerencia de sustentabilidad en las organizaciones.
Como sabemos la sustentabilidad es un modelo de gestión de riesgos estratégico en la organización por varias razones: surge de un diagnóstico de la organización a partir del contexto del giro del negocio, identifica los públicos de relación, descubre los temas clave que afectan a la empresa, entiende los desafíos empresariales.
Una lección que aprendimos durante la pandemia, las empresas con un modelo de sustentabilidad establecido pusieron en marcha una serie de acciones, planes, programas y procesos que contribuyeron a mantener a los colaboradores en sus tareas, pero protegidos, asumir el trabajo remoto sin grandes esfuerzos, estar interconectados a partir de sus plataformas ya establecidas, apoyar a las familias de los colaboradores. Además, de apoyar a las comunidades, sectores vulnerables y personal sanitario de múltiples formas a lo largo de toda la república mexicana.